Somos la mascota y el dueño

02-03-2021

Compartimos nuestra vida con un animal el cual apenas podemos percibir su presencia. No es que tengamos una conversación, pero se comunica. Y cuando decidimos no escucharlo toma el control para asegurar nuestra supervivencia.

Si está aburrido construye una tormenta de problemas sin solucionar, incluso a veces sin solución en el momento y demanda que todo esté en orden. Las fuentes de diversión desvían su atención, pero también los ruidos extraños o algo en movimiento. Tiene una tendencia compulsiva a abusar las fuentes de placer. Como el entretenimiento o la comida.

Intenta evitar que hagamos algo molesto, aburrido o doloroso.
Por ejemplo: mirar a la pared durante 1 hora, hacer ejercicio o dejarse caer de frente contra el suelo. Si alguna vez te imaginas haciendo algo así te darás cuenta que es difícil hacerlo realidad y si lo consigues tomará el control y usará los brazos para evitar que te hagas daño. Influye en todas las decisiones importantes con el objetivo de protegernos. Es capaz de avisarnos cuando se están aprovechando de nosotros y si le aflojamos las cadenas en el momento preciso puede ser efectivo.
Cuando le dejamos controlar estas situaciones puede desencadenar enfado que suprime el miedo, pero nuestras acciones serán más irracionales. Y si los niveles de estrés son altos el dueño empieza a perder el control. Primero la habilidad motriz fina como la escritura, después el manejo de objetos complejos como armas. Y finalmente en situaciones de vida o muerte puedes perder tanto el control que te meas encima, te cagas encima y eres completamente susceptible a pensamientos irracionales de pelear, escapar o quedarte petrificado.

Usa un repertorio de experiencias del pasado para actuar en el presente y el este cambia constantemente. Intenta evitar dolor y esto nos puede impedir conseguir nuestros objetivos. El que algo quiere algo le cuesta.
Tampoco sabe exactamente lo que necesita y podemos confundirlo, a veces sin darnos cuenta dándole algo que compense el problema principal o lo distraiga de el temporalmente. Por ejemplo: drogas, comida, entretenimiento, experiencias fuertes…
Odia aburrirse, no lo soporta. Y si no eres capaz de controlarlo perderás tiempo, tu vida. Google, Facebook, Twitter etc. lo saben bien y a la mínima que te aburras, si tu mascota no está entrenada, se perderá en sus algoritmos de billones de euros en ingeniería diseñada para entretener de manera infinita y personalizada por el usuario.
El ejercicio de 1 hora mirando a la pared sin hacer absolutamente nada ayuda a entrenar esto.

Fracasar nos hace sentir mal. Por lo tanto elige no definir las circunstancias que constituirían ese fracaso evitando así crearlo, ya que si no existe, no podemos fracasar.
Recurrir al autoengaño para evitar sentirnos mal no me parece la mejor estrategia a largo plazo, seguimos fracasando aunque no queramos verlo. Pienso que para no estar peor que ayer deberíamos crear diariamente un escenario en el que fracasamos, e intentar evitar que se haga realidad. Siendo realistas, tenemos que poder evitarlo en un día. También considero importante definir las consecuencias de que dicho escenario ocurra.

Si has visto El Club de la lucha, el narrador sería la representación del animal dominando y Tyler es el conjunto de dueño y animal trabajando en sincronía.

Editado: 06-04-2021 21:51